viernes, 16 de agosto de 2013

Superhéroe

Hace prácticamente un mes de mi alta hospitalaria, causada por una miopericarditis grave, que me tuvo al borde del abismo, como ya expliqué, en la entrada dedicada a ello en este blog.

Ocho días de ingreso después, tras el alta, me dirigí a mi ambulatorio para que mi médico de cabecera me hiciera un "volante" para el cardiólogo de zona y, como en un principio me daban cita para principios de diciembre, mi médico me hizo una petición urgente que acortaría la espera. El personal del ambulatorio me hizo saber que me llamarían o enviarían una carta con la nueva cita en breve... Extrañado de que no me hayan llamado aún para la visita, en la que deben comprobar mi evolución y, en su momento, darme el alta, he llamado yo para investigar cuanto podría tardar en llegar mi turno.

Aprovechando mi paseo matinal para comprar el pan, caminando despacio, no sea que la liemos, he sacado el móvil y me he dispuesto a lidiar con la tediosa burocracia telefónica. La señora que me ha atendido, de avanzada edad e inexperiencia, diría por su voz y sus preguntas, me ha tenido un buen rato al teléfono mientras buscaba mis datos, comprobaba el nombre de mi médico y se hacía unas partiditas al "Candy Crush Saga". La escuchaba teclear despacio, preguntar a sus compañeras como se hacían ciertas cosas y maldecir... y a juzgar por el tono de sus maldiciones y su nivel de confusión, es posible que se haya hackeado por error algún ordenador militar y lanzado un misil contra algún país pequeño...

Tras un buen rato esperando, la señora me ha comentado que el médico había estudiado con detenimiento mi historia y ha concluido en que "necesito reposar, el episodio ha sido grave", y así lo hizo constar, por lo que, hasta el seis de noviembre, el cardiólogo no me verá. He hecho el camino de vuelta maldiciendo en arameo por los casi tres meses que podrían pasar hasta mi alta, sin sumarle el mes-y-algo de vacaciones que aún tengo pendientes y que, según mi supervisor, estoy obligado a hacer.

Al llegar a casa, calendario en mano, he comprobado que, hasta casi llegada la navidad, no volveré a trabajar, y durante un rato me he quedado desplomado en el sillón, algo abatido por la certeza de esta larguísima baja. La casa se me cae encima, como ya contaba en "Mr. Increible".
Salvo que sufra una inmediata y repetina mejoría por algún suceso, digno de una película o novela fantástica, y que termine con la inflamación del corazón y me permita retomar mi rítmo de vida normal, lo que es altamente improbable, me veo en casa durante meses, sin poder hacer ejercicio, ni trabajar, aburrido como un mandríl...


Quizá el sol, que me ha dado demasiado en la cabeza durante mi regreso a casa, al no estar acostumbrado, ha activado el área del cerebro donde guardo las informaciones poco "prácticas", que los amigos frikis que he tenido alguna vez han inculcado en mi, y he recordado espontaneamente el porqué de que Spiderman, por ejemplo, tiene actitudes arácnidas, (Un mordisco de una araña manipulada genéticamente, o algo así...) y entonces he empezado a pensar que, quizá, este súper-virus que he pillado sea algo del estilo y pueda ejercer de superhéroe, a tiempo completo.

Después de repasar los típicos títulos sobre el género en internet, decidí adoptar un vestuario "clásico" y equiparme para comprobar si el virus está mutándome y mejorando físico y aptitudes: Mallas de correr de estas del "decartón" con calzoncillos "slip" de superman por fuera, una camiseta del "Mar Menor Open", mi ya extinto torneo benéfico de tenis, y sábana roja a la espalda. Quizá la lenta repoblación, supuestamente espontanea de mi masa capilar, tenga su explicación en este virus y no en una futura "glaciación" para la que mi cuerpo estaría preparándose. ¿Estaré a tiempo de lucir un rizito en el flequillo "supermán-style" en mis heroicas acciones?

Ya equipado, se hace obligatorio probar "poses molonas" al estilo "cálico electrónico" para las apariciones en "el escenario de los hechos". No puede uno acercarse a una yaya, a la que acaban de robar el bolso, y preguntarle que ha pasado como el que pregunta por una calle. Habrá que ser enérgico, emanar autosuficiencia, fuerza y sobre todo ser rápido ya que, lo más probable, es que la enfadada señora la emprenda a guantazos contra uno disfrazado de esta guisa y con poses "chulescas" y tenga que salir "por patas".

Ya decididas las poses, las entradillas y frases que más usaré y algo más animado por tener una actividad en la que concentrarme durante los largos meses de inactividad, nada más me faltará un nombre de superhéroe que me identifique y publiquen los medios a toda página...

Me quedo mirándome al espejo cansado de tanta tontería y habiendo superado con humor un buen rato, de los muchos que aún me quedan, retomo mi vestuario normal, me preparo un tentenpíe y maldigo los dolores articulares que el maldito virus aún me brinda, a la espera de mi próxima "supermisión".
















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