Por fín, muchos días después de mi último día libre, vuelvo a descansar.
Con las vacaciones de mis compañeras acepté la idea de la jefa de
cubrir cuatro noches extras de verano, las dos primeras están superadas,
el 20 y 21 de agosto repetiré esta semana larguísima.
¿Qué decir
de estos últimos 14 días? además de que han sido realmente
interminables y agotadores, he hecho un descubrimiento increible. Id
acumulando leña y latas de conserva porque creo firmemente que se
aproxima una nueva glaciación.
Pausa dramática.
Para los
que vivís en Murcia os diré, no porque seáis tontos, si no porque no
sabéis que es el frío, que será una época en la que se podrá hacer
patinaje sobre hielo (eso que ponéis en las bebidas) en el Mar Menor, el
Cabezo Gordo se convertirá en un glacial, empezará a patinar sobre su
base helada y terminará allá, incrustado en La Manga, el Puerto de la
Cadena habrá que cruzarlo con trineos y en Sierra Espuña habrá vigilar
con los osos polares. Murcia ciudad se elevará miles de metros por la
solidificación y dilatación de las aguas del estrato freático, cosa que
destruirá la ciudad, pero os vendrá bien porque tendréis espacio para
construir "Iglús", y desde allá arriba, habrá unas estupendas vistas al
mar helado. "El Entierro de la Sardina" será rebautizado como "El
Entierro de la Merluza Polar" y "El Bando de la Huerta" servirá para
salir a cazar y será un festival de confección de prendas de cuero y
pelo.
Seguramente, de lo que alerta el final de Calendario Maya
es de esto, un cambio de tiempo totalmente salvaje y, desde luego,
inesperado.
Otra pausa dramática.
Creo que me viene de
familia que mi cuerpo, rodillas, muñeca derecha, cicatriz de mi cabeza y
ahora también mi Iphone (que ya es como si fuera una extremidad) me
avisen de los cambios del tiempo, pero a esta deducción sobre la
inminente glaciación he llegado de otra forma.
En los últimos
días, cuando salgo del trabajo, estoy desayunando en la azotea de mi
edificio así, dejando abierta la puerta de mi habitación, la atmósfera
de mi dormitorio se vuelve compatible con la vida, no por el olor (que
no hay) si no porque después de varias horas cerrada, estando
inmediatamente debajo de la terraza y siendo interior, la temperatura
sube tanto, que se derrite la pintura de la pared, los muebles arden, el
metal se funde y las bacterias termófilas crecen tanto que hay que
matarlas a sartenazos.
He llegado a un acuerdo con Ikea y mi
cuarto sirve de laboratorio de pruebas de resistencia para sus muebles
nuevos, así que siempre tengo cama, ya que los técnicos (suecos todos
ellos), equipados con equipos autónomos de supervivencia, arreglan cada
día mi cuarto.
Desde lo alto de mi edificio, puedo divisar gran
parte de mi querida Cornellà. Los altos pisos de Sant Illdefonso, la
Plaza Catalunya y mi antiguo barrio, el nuevo estadio del Espanyol FC y
la zona comercial, y ya fuera de sus fronteras, el aeropuerto de El
Prat, e incluso, una pequeña porción de Sant Boi, de infame recuerdo.
Mientras
doy buena cuenta de mis cereales, observo todo esto, con cientos de
ventanas iluminadas como silenciosos testigos y alguna que otra silueta,
al tiempo que disfruto del rojo amanecer típico del área mediterranea,
pero también he caído en la cuenta de que las aves marinas vuelan hacia
el interior en formaciones "en cuña" y en números de entre 7 y 29 pollos
(de este a oeste) y al anochecer hacen el camino contrario (de oeste a
este), cosa que ha despertado mi curiosidad y afán investigador y,
mientras que teorizaba sobre estos hechos ante el espejo al lavarme los
piños (tambien llamados dientes o aparato masticatorio) me di cuenta de
la primera señal de la futura glaciación. (Lo de las gaviotas no eran
más que relleno): ¿Me está volviendo a crecer el pelo?
Ya hacía
días que me miraba en el espejo y tenía la sensación de que la imagen
hacía cambiado, sí, tengo más arrugas, pero esto no va de días, era otra
cosa. Mañana tras mañana repasaba la imagen que el cristal refleja y no
caía en la cuenta, hasta que un día, fijándome en las "entradas" de mi
frente reparé en que había bastante "pelusilla" de esa que precece al
pelo de verdad, e incluso algunos nuevos, flamantes y aislados pelillos
que días atrás no estaban. Ya hace varias jornadas que repaso
centímetro-tras-centímetro de mi frente con un espejo de aumento y,
espero que no sea autosugestión, pero creo que mi pelo vuelve a crecer,
quiero pensar que está más espeso, aunque tendré que esperar a
encontrarme con alguien que haga tiempo que no me ve, ya que día a día,
no creo que se note la diferencia.
Seguramente al final no será
tan difícil de confirmar, ya que llegará un día que, al levantarme, si
es cierto que vuelve a crecer, no me veré los ojos y tendré que optar
por darme un repaso con el cortapelos o hacerme una coleta, aunque aun
no me quiero hacer ilusiones, seguiré con impaciencia la evolución de
cada folículo y midiéndo religiosamente cada mañana la distancia entre
la linea de pelo y las cejas.
Las señales os avisan, ¡protegeos! la edad de hielo os aguarda.
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