sábado, 20 de octubre de 2012

Glaciación

Por fín, muchos días después de mi último día libre, vuelvo a descansar. Con las vacaciones de mis compañeras acepté la idea de la jefa de cubrir cuatro noches extras de verano, las dos primeras están superadas, el 20 y 21 de agosto repetiré esta semana larguísima.

¿Qué decir de estos últimos 14 días? además de que han sido realmente interminables y  agotadores, he hecho un descubrimiento increible. Id acumulando leña y latas de conserva porque creo firmemente que se aproxima una nueva glaciación.

Pausa dramática.

Para los que vivís en Murcia os diré, no porque seáis tontos, si no porque no sabéis que es el frío, que será una época en la que se podrá hacer patinaje sobre hielo (eso que ponéis en las bebidas) en el Mar Menor, el Cabezo Gordo se convertirá en un glacial, empezará a patinar sobre su base helada y terminará allá, incrustado en La Manga, el Puerto de la Cadena habrá que cruzarlo con trineos y en Sierra Espuña habrá vigilar con los osos polares. Murcia ciudad se elevará miles de metros por la solidificación y dilatación de las aguas del estrato freático, cosa que destruirá la ciudad, pero os vendrá bien porque tendréis espacio para construir "Iglús", y desde allá arriba, habrá unas estupendas vistas al mar helado. "El Entierro de la Sardina" será rebautizado como "El Entierro de la Merluza Polar" y "El Bando de la Huerta" servirá para salir a cazar y será un festival de confección de prendas de cuero y pelo.

Seguramente, de lo que alerta el final de Calendario Maya es de esto, un cambio de tiempo totalmente salvaje y, desde luego, inesperado.

Otra pausa dramática.

Creo que me viene de familia que mi cuerpo, rodillas, muñeca derecha, cicatriz de mi cabeza y ahora también mi Iphone (que ya es como si fuera una extremidad) me avisen de los cambios del tiempo, pero a esta deducción sobre la inminente glaciación he llegado de otra forma.

En los últimos días, cuando salgo del trabajo, estoy desayunando en la azotea de mi edificio así, dejando abierta la puerta de mi habitación, la atmósfera de mi dormitorio se vuelve compatible con la vida, no por el olor (que no hay) si no porque después de varias horas cerrada, estando inmediatamente debajo de la terraza y siendo interior, la temperatura sube tanto, que se derrite la pintura de la pared, los muebles arden, el metal se funde y las bacterias termófilas crecen tanto que hay que matarlas a sartenazos.

He llegado a un acuerdo con Ikea y mi cuarto sirve de laboratorio de pruebas de resistencia para sus muebles nuevos, así que siempre tengo cama, ya que los técnicos (suecos todos ellos), equipados con equipos autónomos de supervivencia, arreglan cada día mi cuarto.

Desde lo alto de mi edificio, puedo divisar gran parte de mi querida Cornellà. Los altos pisos de Sant Illdefonso, la Plaza Catalunya y mi antiguo barrio, el nuevo estadio del Espanyol FC y la zona comercial, y ya fuera de sus fronteras, el aeropuerto de El Prat, e incluso, una pequeña porción de Sant Boi, de infame recuerdo.
Mientras doy buena cuenta de mis cereales, observo todo esto, con cientos de ventanas iluminadas como silenciosos testigos y alguna que otra silueta, al tiempo que disfruto del rojo amanecer típico del área mediterranea, pero también he caído en la cuenta de que las aves marinas vuelan hacia el interior en formaciones "en cuña" y en números de entre 7 y 29 pollos (de este a oeste) y al anochecer hacen el camino contrario (de oeste a este), cosa que ha despertado mi curiosidad y afán investigador y, mientras que teorizaba sobre estos hechos ante el espejo al lavarme los piños (tambien llamados dientes o aparato masticatorio) me di cuenta de la primera señal de la futura glaciación. (Lo de las gaviotas no eran más que relleno): ¿Me está volviendo a crecer el pelo?

Ya hacía días que me miraba en el espejo y tenía la sensación de que la imagen hacía cambiado, sí, tengo más arrugas, pero esto no va de días, era otra cosa. Mañana tras mañana repasaba la imagen que el cristal refleja y no caía en la cuenta, hasta que un día, fijándome en las "entradas" de mi frente reparé en que había bastante "pelusilla" de esa que precece al pelo de verdad, e incluso algunos nuevos, flamantes y aislados pelillos que días atrás no estaban. Ya hace varias jornadas que repaso centímetro-tras-centímetro de mi frente con un espejo de aumento y, espero que no sea autosugestión, pero creo que mi pelo vuelve a crecer, quiero pensar que está más espeso, aunque tendré que esperar a encontrarme con alguien que haga tiempo que no me ve, ya que día a día, no creo que se note la diferencia.

Seguramente al final no será tan difícil de confirmar, ya que llegará un día que, al levantarme, si es cierto que vuelve a crecer, no me veré los ojos y tendré que optar por darme un repaso con el cortapelos o hacerme una coleta, aunque aun no me quiero hacer ilusiones, seguiré con impaciencia la evolución de cada folículo y midiéndo religiosamente cada mañana la distancia entre la linea de pelo y las cejas.

Las señales os avisan, ¡protegeos! la edad de hielo os aguarda.

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