lunes, 2 de diciembre de 2013

Frío

Siempre he pensado que un hombre preparado vale por dos, tres en mi caso, dado el volumen que ha alcanzado mi cuerpo (sobre todo por su parte media) tras mi obligado "reposo cardíaco" y cuya incontrolable masa me ha proporcionado un pequeño, pero atrayente, campo gravitatorio propio por donde, durante un corto periodo de tiempo, han orbitado diferentes objetos domésticos.
Aunque el efecto, en efecto, (valga la redundancia) se veía impresionante, sobre todo cuando la trayectoria de la lavadora y la tostadora se alineaban con la botella de suavizante y producían eclipses triples espectaculares, he empezado a redudir ese excesivo índice de masa corporal, en favor de mi salud cardiocirculatoria, en mi particular "Operación Bikini", perdiendo así (literalmente) el campo gravitatorio y los objetos que me orbitaban desde lo alto de la azotea, dando un disgusto enorme a la "Agencia Espacial Europea" al tener que prescindir de un "campo de pruebas" aquí, en la tierra.

Viéndome reflejado en las cristaleras del metro, camino de mi "puesto-de-vigilancia-nocturno", pienso que si las tropas de la Alemania Nazi hubieran salido tan bien equipadas para invadir Rusia, en verano del 41, como lo hago yo cuando voy al trabajo, la "operación Barbarroja" hubiera sido un éxito y, desde hace años, en Moscú se hablaría alemán.

Sé que lanzar semejante afirmación es defender una hipótesis arriesgada por la teórica impredicibilidad de la guerra, pero no hay más que ver el tono general de cachondeíto de este blog, como para no tomarse en serio nada de lo que se diga.

Y es que las apariencias pueden engañar, porque aunque las temperaturas no son muy bajas, a pesar de que caen día tras día, la percepción del barcelonés medio es que vivimos en Siberia, y a grito de "Osti tú, quina fresqueta que fa, ¿eh?" cada vez que cualquiera se acerca a mi ventanilla, yo con mi aspecto "osuno-al-borde-de-la-hibernación" no necesito tantas capas de ropa, aunque voy con el equipamiento necesario como para conquistar el Polo Sur, ciertamente, pasando calor.

Además de poco friolero, soy una persona que ama la estadística, y en las largas noches de otoño-invierno, aburrido como una codorniz, y tras un "riguroso" estudio realizado desde mi "pecera de cristal", he llegado a la conclusión de que, en esta ciudad, únicamente los pingüinos del zoo y yo mismo, estamos encantados con el desplome de las temperaturas, y aún diría más, a falta de una palabra mejor, la mayoría de mis clientes están indignados, cuando no directamente asqueados, de la retirada del calor y claman por la realización de un referéndum en favor de la independencia "para cambiarlo todo" como dicen por aqui. Desconozco si también pretenden cambiar el clima en una hipotética "Catalunya independent".

Yo lo que sí voto, es porque mi señora firmaría donde fuera por ese cambio climático catalán, friolera ella como un camello saharaui, ya que es africana como el "Bulbul Naranjero", un bicho de ese continente que conocí buscando en Google algo típicamente africano, específicamente para este párrafo.

Ya no es ningún secreto que tenemos planes migratorios hacia tierras más germanas, donde reside la mejor amiga de la señora "Ojosdelgato" y donde esperamos encontrar un menor índice de estupidez supina por parte de la sociedad en general, y de la clase política en particular, que en esta, nuestra amada tierra.

Llegados a este punto, a unos mil-cuatrocientos-kilómetros-al-norte en concreto, me pregunto como soportaría, mi friolera esposa, una considerable reducción de temperatura, con alguna que otra nevada, mucha lluvia y una importante menor cantidad de luz solar aunque, si hay animales tropicales en zoos en zonas muy nórdicas, mi señora esposa, se podrá acostumbrar.

Todo sería cuestión de logística e ingenio... en la cama, con un andamio o férula-tipo-hospital, se podría amortiguar suficientemente el peso de la ropa de cama que, presumiblemente, ahogaría los movimientos respiratorios, como para que éste sea compatible con la vida. A la hora de salir a pasear, o a comprar, o a la calle en general, con un carrito de golf, o cesta de la compra grande, o incluso "rodando" a mi mujer, podríamos hacer actividades al aire libre... desconozco el tiempo que emplearemos en vestirla y desvestirla, porque si ya en Barcelona parece una cebolla, con tantas capas que lleva, no me lo quiero imaginar en latitudes tan alejadas.Tambien se me ocurren algunas soluciones más tecnológicas, como puede ser desmontar el motor del secador de pelo, montarlo en el del aspirador, instalar algunas baterías para el funcionamiento y unas mangueras de "riego-por-goteo" para la distribución del aire caliente...










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