sábado, 20 de octubre de 2012

Altitud

Cualquiera diría que si me mudo de nuevo, dada la altura de mi guarida, es porque me molesta el ruido de los aviones pasando casi a la misma altura de mi balconada, pero lo cierto, es que ya me he acostumbrado a ver a los pasajeros chafardeando mi habitación desde sus pequeñas y redondas ventanillas. No es eso, es que los sherpas que me ayudan a subir el equipo de supervivencia en altura (oxígeno, traje de astronauta, equipo de reparación de la estación espacial internacional que está amarrada con una cuerda a mi barandilla) me salen demasiado caros... Estoy seguro de que alguno de vosotros pensará que estoy exagerando con el tema de los sherpas, pero no, los necesito porque los Yaks que tendría que utilizar no caben por el hueco de la escalera, así que el próximo día 16 de octubre, si no hay problemas, seré vecino del Castillo de Cornellà, un histórico edificio del S.XIII que desde ahora vigilará mis entradas y salidas con impasible silencio desde las alturas, recordándome otros tiempos en los que tuve que escuchar cada mañana desde la Estación Espacial Internacional: "¡Quillo! Porfa mi arma... zúbeme un paquetillo de tabacoh cuando baheeeeee, chas grasiah!

No es que me moleste comprar tabaco para gente que vive en un entorno de oxígeno puro, que podría saltar por los aires al primer chispazo, pero con la llegada del otoño, las subidas a ciertas cotas resultan un tanto peligrosas. Las avalanchas aumentan, las ventiscas empiezan a ser frecuentes y en las últimas escaleras he visto unas curiosas huellas que, de no ser porque sé que es imposible, diría que son del mismísimo abonima... abunimable... abonibab... del yeti vamos...

La verdad es que voy a echar de menos este piso, salvo el baño que es super-mini-tini-wini, (tanto que cuando me giro los píes siempre se topan con algo) pero el tener un balcón propio que da a la rambla, con puertas altísimas, cerca de todo, y con buena convivencia con los compañeros... esto no tienen precio, lástima que mis rodillas ya no puedan más...

Durante los interminables ascensos por las escaleras, a solas en la tienda de campaña, he tenido tanto tiempo para pensar que, después de la supuestamente recuperación de mis pelos, he empezado a creer que puedo resucitar cualquier cosa... los derechos sociales, las pensiones, cosas casi imposibles como el crédito bancario o incluso Ayusán. Sé que las cosas ahora mismo no están para montar una empresa, pero hasta la pared más lisa tiene siempre alguna arista donde agarrarse. Los detalles de lo que estoy pensando no los voy a publicar en un medio donde cualquiera los pueda ver, pero si tenéis curiosidad por mis planes, ya sabéis mi correo... Incluso es posible que alguno de vosotros, cotillas, recibáis un correo extra para hacer una "stormbraining"

Con la futura (re-)puesta en marcha del proyecto tengo trabajo extra para sepultarme debajo de un montón de megabites de datos: proyecto de empresa, creación de la web, tutoriales, cursillos, ideario... pero las noches empiezan a ser tranquilas, muy tranquilas... alguna noche me he quedado dormido sobre la caja, babeando y roncando hasta que ha llegado la compañera, así que tengo tiempo de sobra, además las vacaciones se acercan a 24 horas por día y tengo un total de 42 días (y no llevo un año)

Recuerdo mi anterior etapa en SIFU, eran otros tiempos, la empresa aprovechaba la bonanza económica para crecer sin piedad, había trabajo para aburrir y la sola sugerencia de solicitar un día libre (enfermedad, necesidad de hacer algún papeleo, lo que fuera) era castigada con una semana en galeras y con 20 latigazos ante los compañeros, para que sirviera de ejemplo... el castigado, además, tenía suerte si no le enviaban a primera linea a combatir contra otras empresas rivales. Eran batallas encarnizadas, cruentas, las heridas por la rudeza de las armas utilizadas se infectaban con facilidad por la suciedad de campo de batalla, tras una experiencia así, de regreso a casa (si sobrevivías) te volvías dócil, sumiso, obediente, hacías cualquier cosa para evitar repetir la experiencia, la más dura conocida por el hombre. Ridley Scott incluso llevó al cine una de esas batallas y las consecuencias de la captura, por parte de otra empresa, de uno de nuestros compañeros, pero la disfrazó la cinta de "película de época" (la de los romanos concretamente) y la llamó Gladiator.
Hoy día las cosas son bastante parecidas en ciertas cosas (valga la redundancia), se continua trabajando más horas que un reloj, pero al menos, como nos pasamos sistemáticamente de las horas totales de contrato, cuando llegan las vacaciones te compensan con días libres. Si me renuevan cuando llegue el momento, el año que viene tendré casi 2 meses de vacaciones.

No sé si sabré que hacer con ellas... la última vez que las tuve, y cuando digo vacaciones me refiero a días remunerados teniendo un contrato, fue precisamente, en SIFU. En aquella ocasión me despedía de la empresa antes de ir a Berlín con cierta individua pelirroja y antes de ponerme a estudiar... ¡corría el año 2004!
A menos de 50 días de mi descanso anual, fantaseo con el momento en que cruce la puerta de la gasolinera y le diga a mi compañera de turno: "Hasta dentro de 42 días" vestido con mis viejos pantalones y camisa caquis, mi sombrero ajado, mi mochila de lona a la espalda y mi látigo en la trabilla del cinturón, rumbo al aeropuerto donde tomaré un avión con destino a un paradisíaco lugar, donde me adentraré en una exuberante selva en busca de un templo... perdido.

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